La manteca de karité es un ingrediente natural que, por sus increíbles propiedades y nutrientes, se ha convertido en uno de los básicos de todo tipo de formulaciones cosméticas, especialmente en los últimos años.
¿De dónde viene?
El árbol de karité, original del oeste de África y típico de países como Burkina Faso, Mali o Sudán, es el punto de inicio de esta ‘manteca’ que se obtiene tras procesar la pulpa y la piel de su fruta. Una vez obtenido el aceite, este se prensa y se deja enfriar hasta conseguir la pasta con textura cremosa que reconocemos como la manteca de karité.
¿Qué propiedades y beneficios tiene la manteca de karité?
Tal y como ocurre con ingredientes como el aloe vera o el aceite de argán, la manteca de karité presenta una gran lista de nutrientes que lo convierten en un auténtico tesoro para tu piel. Estos son algunos de los más destacables.
- Gran capacidad para hidratar y suavizar la dermis por sus polifenoles, que presentan efectos saludables sobre el sistema cardiovascular.
- Potente antioxidante natural gracias a su alta cantidad en tocotrienoles, un tipo de vitamina E capaz de suprimir la formación de radicales libres.
- Antiinflamatorio y regenerativo debido a su alto contenido en ácidos grasos, como el ácido oleico.
La manteca de karité ha sido útil en estudios para tratar problemas como la psoriasis, el acné, las alergias o el eccema gracias a su alto contenido en vitamina A
- Contiene entre un 5 y un 10% de fitosterol, una hormona vegetal que estimula la regeneración celular.
- Entre el 3 y el 8% de su composición es ácido linoleico, un ácido graso esencial que nuestro cuerpo no es capaz de generar por sí solo, y que tiene la capacidad de hidratar y crear una barrera en la dermis que facilita la penetración de otros ingredientes activos.
- Tiene un alto contenido en alantoína, que promueve la regeneración celular e incrementa la cantidad de agua de la piel.